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Sulia

Parábola sobre amor

Había una vez un hombre que oyó que Dios es Amor y decidió ir a buscar ese amor. Empezó a escuchar lo que la gente decía al respecto.

* * *

Oyó lo siguiente:

«¡Yo amo la carne!», dijo uno. Luego se fue y acuchilló un cordero, después lo frió y comió su cuerpo.

«¡Yo amo la caza! ¡Puedo acertar en cualquier ave en el vuelo! ¡Puedo encontrar cualquier bestia en la espesura del bosque, matarla y sacar su piel!», dijo otro.

«¡Qué oportuno! ¡Yo amo llevar pieles!», dijo una mujer guapa.

«¡Y yo amo las flores!», añadió otra. Ella solía poner muchos ramilletes en floreros y contemplar su muerte, su marchitamiento.

¡Y qué pena que las flores sin raíces se han convertido en un símbolo de amor y de belleza!

Otro hombre expone:

«¡Yo amo tanto a mi mujer y mi pasión por ella es tan fuerte que la mataré si de repente me traiciona con otro!».

Un caudillo añade:

«¡Yo amo la gloria más que a todas las mujeres! ¡Por un momento de ésta, estoy dispuesto a dar todo!». Y él busca enemigos para enviar a su ejército a morir. Por unos momentos de gloria, está dispuesto a perder vidas humanas.

Un emperador dice:

«¡Yo amo el poder! ¡Yo dicto las leyes para mi país! ¡Todos tienen que satisfacer mis deseos! ¡Y todo sea según mi voluntad! ¡Yo ejecuto y yo perdono! ¡Yo empiezo la guerra y yo establezco la paz!».

Además, el hombre oyó:

«¡Nosotros amamos a Dios! ¡Por nuestra fe estamos dispuestos a morir! ¡Por nuestra fe estamos dispuestos a matar!».

* * *

Se horrorizó el hombre por todo lo que oyó y exclamó: «¡Esto no puede ser el amor!».

Y las montañas resonaron: «¡Esto no es el amor!».

Y comenzaron a susurrar las hojas: «¡Esto no es el amor!».

Y exclamaron las aves: «¡Esto no es el amor!».

Y sonaron los ríos: «¡Esto no es el amor!».

Y el océano retumbó: «¡Lo que uno quiere para sí y derrama la sangre del otro no es el amor!».

Entonces el hombre se dirigió a otro lugar.

* * *

Llegó a un país y vio allí un niño bondadoso. Le preguntó:

«¿Qué es lo que amas?».

«¡Yo amo a mi madre y a mi padre! ¡Amo este claro en el bosque, lleno de flores! ¡Amo también este río y estos árboles! ¡Amo cantar y bailar, trabajar y jugar! ¡Todos se alegran de mi amor! ¡Y todos me aman!».

El hombre continuó su camino y vio un enamorado, a quien también preguntó sobre el amor. Como respuesta el enamorado repitió las palabras que una vez dijo a su amada: «¡Sé feliz, mi amor! Aunque estés con otro, te repito otra vez: ¡Sé feliz, mi amor! ¡Sé feliz! ¡Sabe que me alegro por ti!».

¡El hombre caminó más y vio un bello jardín, como si la tierra misma hubiera florecido! Vio un campo paniego y al que cultivó todo esto. Le preguntó:

«¿Qué es lo que amas?».

«¡Amo esta tierra! Hago jardines, cultivo trigo y flores y éstos me dan sus frutos, su belleza y su aroma. ¡Aquel que ha hecho un bello jardín y a todos ha dado su amor comerá maravillosos frutos!».

El hombre continuó su viaje por el país donde reinaban el orden y la paz y vio prosperidad y abundancia en la vida de aquel pueblo.

Finalmente, llegó al gobernante de aquel país y le preguntó qué era lo que amaba.

El sabio gobernante le contestó:

«¡Amo a mi país y a todos sus habitantes! ¡Estoy dispuesto incluso a sufrir humillaciones de mi persona para prevenir la guerra y afianzar la paz para mi pueblo!».

El hombre continuó su camino. Escuchaba y observaba.

Y un día se encontró con el Maestro del Alma que amó a Dios con todo su corazón.

Entonces le preguntó:

«¿Cómo ama Dios, cómo es Su Amor? ¿Cómo conocerlo y cómo distinguir lo que es el amor y lo que no?».

El Maestro le respondió:

«¡En el amor no puede haber ningún deseo para sí! ¡Todo aquello que contiene tal deseo no es el amor, sino la pasión, los antojos y los caprichos! ¡El amor es el fundamento del universo! ¡Y también es la luz del alma!

»¿Me preguntas cómo ama Dios?

»¡El agua fluye y da de beber a todos! ¡Así ama Dios!

»¡La Tierra cuida y sostiene a todas las criaturas! ¡Así ama Dios!

»¡El sol brilla e ilumina todo con su luz y a todos! ¡Así ama Dios!

»¡Tú también debes tratar de amar y siempre expresar tu ternura a los demás!

»¡Si cultivas el amor dentro de ti, un día podrás experimentar y ver a Dios!».